ESPARTACO Y SUS TRES MOMENTOS DE GLORIA

Hoy traigo mis tres escenas favoritas de la película “Espartaco”, como no, comentadas. Dicho film data del año 1960 y fue dirigido por Stanley Kubrick. A la cabeza del reparto tenemos un gran Kirk Douglas que derrocha fuerza y personalidad ante la cámara y a Tony Curtis interpretando a un homosexual reprimido, un papel que le viene como anillo al dedo. Comenzaremos por mostrar la escena del baño romano. Dicha escena fue censurada al ser considerada “inmoral”. Se trata de un diálogo entre Craso (interpretado por L. Olivier) y su esclavo Antonino (Tony Curtis). En 1991 se restauraría de nuevo el film original, añadiendo todas las escenas censuradas, entre las que se incluye la que muestro a continuación:


Cuando la película fue restaurada, dos años después de la muerte de L. Olivier, faltaba el audio original del diálogo de esta escena, por lo que tuvo que redoblarse. Tony Curtis pudo doblar su papel pero la voz de Laurence Olivier tuvo que ser imitada por Anthony Hopkins. Me parece un dialogo realmente peculiar que corre a cuenta de Dalton Trumbo, donde sale a la luz metafóricamente la bisexualidad y homosexualidad de ambos personajes. A partir de esta escena Tony Curtis se convirtió en un símbolo gay. El propio Curtis reconoció haber tenido alguna que otra relación homosexual en su juventud. “Cuando llegué a Hollywood, en 1948, tenía 22 años y tuve mucha acción: hombres, mujeres, animales..." bromeó Curtis en una entrevista. Sinceramente espero que fuera una broma.

La segunda escena que me gustaría destacar es aquella en la que Craso, tras vencer en la gran batalla, pide que se entregue Espartaco o si no condenará a todos los esclavos. Éstos anteponen su dignidad e ideales a su vida, encubriendo a Espartaco. Este es un “Momento Kirk”. Dícese “Momento Kirk” a aquellas escenas en las que Douglas “besa, pega o abusa” de una mujer, sea su novia o una muchacha cualquiera, en las que se bate en duelo o da un buen puñetazo a algún villano o simplemente a alguien que le cae mal, o en la que desborda sobriedad y nos demuestra que también era un gran actor de categoría, poniendo caras de difícil caracterización o llorando. En esta ocasión Kubrick le regala un primer plano para que ponga ojitos a la cámara y demuestre que hasta los auténticos tipos duros también pueden ser sentimentales.

Como podéis ver, la escena se asemeja a una que veremos 29 años después en “El club de los poetas muertos”.

Por último, quiero acabar con el final del film. Es otro “Momento Kirk” de esos en los que nos demuestra que es de una raza superior a la del resto de actores. Después de interpretar durante muchos años papeles de mortales tanto en el género western como en dramas o comedias, esta vez quiere dar el paso definitivo para forjarse como el mito que es hoy en día. Quiere ser Jesucristo. Desde mi punto de vista lo veo como un acto de amor propio (otros lo llaman ego), pero Kirk es uno de esos actores que se lo puede permitir y con creces.



Desde lo alto de la cruz, en una escena memorable, el cuerpo de Kirk se alza emulando a nuestro señor. Siento que el diálogo se escuche en inglés para aquellas personas que no dominen la lengua de Shakespeare pero eso da exactamente igual. No importa en absoluto pues esa mirada de Espartaco, única, que mezcla tristeza y pasión lo dice absolutamente todo. En esta ocasión Kubrick vuelve a regalar unos segundos de primer plano / contrapicado a Kirk, para que se vuelva a lucir. La parte en la que la mujer se agarra a los pies de Espartaco es tremenda, aunque eché de menos que se los besará para que fuera un Jesucristo total. El conjunto en sí de esta escena es bastante emotivo, y lo considero un buen final a tres horas y 16 minutos de película.

En definitiva, me gustaría recomendar esta película, no sólo por ser un clásico si no por la calidad de la misma. Para mi es el mejor film de Kubrick. Quizá como inconveniente puede ser un poco larga, pero la trama es lo suficientemente atractiva como para no nos aburramos. Como última curiosidad, es una película en las que Kirk Douglas no pega a ninguna chica, algo que tan extraño como intrigante. No dudéis en verla.


Nota: 8,6

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